El avance de Vaca Muerta está dejando una marca profunda en dos localidades patagónicas clave: Sierra Grande, en Río Negro, y Añelo, en Neuquén.
Ambas experimentan un crecimiento acelerado impulsado por la industria hidrocarburífera, que genera empleo y dinamiza economías locales, pero también evidencia severas falencias en infraestructura, acceso a la vivienda y planificación urbana.
Luego de décadas marcadas por la paralización de la histórica mina de hierro de Hipasam y proyectos energéticos que nunca se concretaron, Sierra Grande vive hoy un renacer.
El motor de este nuevo ciclo es el Oleoducto Vaca Muerta Sur (VMOS), una ambiciosa obra liderada por YPF, que conectará la cuenca neuquina con una terminal de exportación en la zona de Punta Colorada, a lo largo de 437 kilómetros.
En la etapa actual, la construcción avanza con intensidad y ya genera cientos de empleos.
Según datos oficiales datos a conocer esta semana, el 83 por ciento de los trabajadores contratados en Sierra Grande provienen de la provincia de Río Negro.
El gobernador Alberto Weretilneck destacó que la prioridad es asegurar que el crecimiento tenga impacto directo en los habitantes locales.
“Hacemos un seguimiento diario con la Secretaría de Trabajo y de Energía para verificar la planta ocupada en cada obra”, expresó.
Entre las empresas involucradas se destacan Milicic, responsable del movimiento de suelos y fundaciones para los tanques de almacenamiento, que ya emplea a 100 trabajadores de la UOCRA y proyecta llegar a 250 en el pico de actividad previsto para julio próximo.
También operan otras firmas como Dadam, Beton Sur, Agrovial y Constructora CF, mientras que la Empresa Rionegrina de Alimentos abastece viandas en el obrador de Punta Colorada.
El diario La Mañana de Neuquén precisó que para fortalecer la inserción de mano de obra local, la provincia puso en marcha un sistema de certificación de oficios.
En articulación con la Fundación UOCRA y el IERIC, se lanzaron programas para validar competencias en albañilería, carpintería y soldadura.
Esto busca formalizar saberes previos de los trabajadores e insertarlos en el circuito laboral con mayores garantías y posibilidades.
La Secretaría de Trabajo de Río Negro coordina además el Servicio de Empleo Rionegrino (SER), que funciona como registro y base de datos para empresas que buscan perfiles específicos.
Según se informó, ya se han realizado convocatorias para soldadores especializados y otros oficios con alta demanda en el marco de la construcción del oleoducto.
Expansión y tensiones
El impacto positivo en empleo y consumo no está exento de consecuencias. El aumento abrupto en el precio de los alquileres es una de las principales preocupaciones en Sierra Grande.
“Es una situación que requiere planificación y decisión política”, advirtió la intendenta Roxana Fernández.
La funcionaria rionegrina impulsa un plan integral de urbanización con obras clave: nuevas escuelas, un hospital, y la creación de un parque industrial para sostener la actividad más allá del oleoducto Vaca Muerta Sur.
Fernández subraya que Sierra Grande no puede repetir errores del pasado.
“Queremos que este crecimiento se traduzca en desarrollo estructural y no sea solo un fenómeno pasajero. Necesitamos infraestructura básica para sostener el arraigo”, puntualizó.
Añelo crece
En Añelo, epicentro de la actividad de Vaca Muerta desde el inicio del boom del shale, la situación es más extrema.
El crecimiento explosivo del sector energético transformó por completo el paisaje urbano y social de esta pequeña ciudad neuquina, que pasó de ser un pueblo rural a una metrópolis petrolera.
Hoy hay más de 15.000 plazas disponibles para trabajadores, distribuidas entre casas, módulos individuales, contenedores y complejos construidos por sindicatos, empresas y cooperativas.
Sin embargo, este desarrollo masivo convive con serios déficits de infraestructura: calles sin pavimentar, servicios básicos al límite y un sistema urbano que no logra adaptarse al ritmo del negocio petrolero.
Dos realidades
Añelo parece dividirse en dos realidades. Por un lado, la ciudad que busca rentas rápidas, donde todo se alquila: piezas, patios, módulos y hasta direcciones legales.
Por otro lado, sectores que intentan construir comunidad y buscar una vida más estable, como el barrio La Meseta, un desarrollo mixto entre el Estado y empresas con viviendas más amplias, calles delineadas y un parque lineal aún sin completar.
“El que viene con un oficio consigue trabajo. El que no, se va”, dice al citado matutino neuquino un vecino que alquila el fondo de su casa a un obrero.
Esa frase resume la dinámica de Añelo, donde el empleo y la renta mandan, pero donde también hay vecinos que aspiran a un futuro con identidad más allá del petróleo.
La Ruta 7, que atraviesa la ciudad, se ha convertido en una avenida colapsada por camiones, trailers y camionetas en horarios pico.
El intendente de la localidad Fernando Banderet admitió que el Estado "va siempre detrás del mercado".
De todas formas, el jefe comunal confirmó que hay nuevos proyectos para sumar 450 camas más en breve.
Tanto en Sierra Grande como en Añelo, la pregunta es la misma: ¿serán estas ciudades capaces de sostener el crecimiento que impulsa Vaca Muerta sin colapsar su entramado urbano y social?
Los casos muestran un patrón repetido: empleo, consumo y dinamismo por un lado; falta de planificación, presión sobre el suelo urbano y tensión en los servicios por el otro.
Si bien el petróleo y el gas ofrecen una oportunidad única para las economías locales, el desafío es transformarla en desarrollo sustentable con políticas públicas claras, inversión en infraestructura y una mirada más allá del corto plazo.
La historia del petróleo en la Argentina tiene ejemplos de ciudades que crecieron a la sombra de un yacimiento y luego quedaron vacías cuando la producción cayó.
Sierra Grande y Añelo tienen hoy la oportunidad —y la responsabilidad— de escribir un capítulo distinto.